te quedas como nuevo. Lo escupes todo en el papel, y es como quitarse la tierra que te queda en la piel después de un día de monte con una ducha, larga, muy larga, eso sí.
Y por fín puedes seguir con tu vida después de la tormenta. Pero ¿Qué sería de la vida sin las tormentas? Sin agua no somos nada, igual que la vida, sin crisis existenciales no somos nadie.
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