martes, 1 de noviembre de 2016

Tenía contacto casi nulo con las mujeresv: La vida de Abdelkader ha cambiado en cuestión de minutos. Solía levantarse a las nueve o las diez de la mañana. Residía en un lujoso chalé en el que trabajaban cuatro personas para él: una asistenta, un chófer, una secretaria personal y un ayudante. Pese a ser un jefazo de la prostitución en Madrid tenía un contacto casi nulo con las mujeres. Sobre las once de la mañana telefoneaba a Sara Villena, una mujer de 53 años con amplios conocimientos económicos que dirigía las 16 empresas del entramado. Tan solo le interesaba la recaudación del día, que solía ser de unos 25.000 euros. "En contadas ocasiones daba alguna indicación de cómo tenía que llevarse al dinero", explica un responsable policial. "Como que se cambiara a la encargada de algún piso o que se trasladara a alguna mujer".

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