Disco Imperio Latino, en Carabanchel, donde retuvieron a unos adolescentes el pasado fin de semana ÁNGEL NAVARRETE
Cada fin de semana se organizan en Madrid decenas de discotecas clandestinas para menores que pueden beber y fumar sin control
Los relaciones públicas se frotan las manos con el negocio
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LUCAS DE LA CAL
28/04/2016 21:38
El primer chupito de Jägermeister entra bastante bien. Este orujo alemán de 56 hierbas es lo único que hay en toda la fiesta que no es garrafón. O eso dice el chaval que tengo al lado de la barra, de 16 años, que lo mezcla con Red Bull en una copa. Lleva cuatro. La barra libre empieza a dar el resultado esperado y los 70 menores de edad que llenan esta pequeña sala de Moncloa llegan al éxtasis al ritmo del Cómo te atreves de la banda colombiana Morat, la canción del momento.
El cuarto chupito de Jägermeister entra mejor. «Se bebe como el agua, ya no rasca la garganta», dice el chaval de 16 tambaleándose en la barra, que ha pagado 18 euros por esta fiesta. Quiere fumar, pero el portero no deja salir a nadie a la calle por temor a que la policía les descubra. Sin problema. El baño de los chicos se ha convertido en un improvisado espacio con todo tipo de humos. A las 3.00 de la madrugada el garrafón se acaba. Una hora y media más tarde se encienden las luces y para la música. El portero de la discoteca dice que hay que salir en silencio y rápido, amenazando de que si hacen mucho ruido será la última fiesta que celebren en este local.
«Se acaba el alcohol pronto y encima nos echan así. Hemos pagado casi 1.300 euros por el alquiler de esta sala. ¡No hay derecho!», protesta una chica. Seguramente es de las mayores de la fiesta. Tiene 17 años.
En Madrid, cada fin de semana hay decenas de fiestas clandestinas como esta. Menores de edad, mucho alcohol y una gran cantidad de dinero que un relaciones públicas se lleva en negro al bolsillo. La policía alerta de que cada vez se celebran más. «Estamos intensificando los controles por la noche porque hemos detectado que estas fiestas de menores van en aumento», explican fuentes de la Policía Municipal de Madrid. «Cada fin de semana montamos dispositivos para inspeccionar estos locales. Siempre encontramos algún sitio del centro, un sótano clandestino o nave a las afueras donde hay menores emborrachándose. Esto siempre ha existido, no es nada nuevo, el problema son los medios de captación, que han aumentado. Es muy fácil organizar un evento así a través de WhatsApp o de las redes sociales».
El pasado fin de semana la Policía desalojó dos locales con menores:una fiesta en Tetuán con 57 chavales y otra con 39 en un sótano de Carabanchel. Hace dos semanas sucedía lo mismo, en una fiesta ilegal en un quinto piso de unas oficinas en el distrito de Fuencarral, donde los agentes rescataron a 51 menores retenidos durante 45 minutos. El organizador del evento cerró las puertas del edificio para que la Policía no pudiera acceder. «La multa siempre va para el responsable y el propietario del local», aseguran fuentes de la Policía. «En estas fechas vamos a intensificar los controles, se acerca el fin de curso escolar y cada vez habrá más fiestas de este tipo».
Para entender cómo funciona este negocio en la capital, quedamos con tres chicos de 17 años que llevan ya tres años alquilando estos locales. Se llaman Alfonso, Marcos y Javi y hace unos meses les estafaron. Querían celebrar el fin de los exámenes organizando una fiesta para 200 compañeros de bachillerato. Contactaron con un relaciones públicas que les ofreció un local en la calle Fernando el Católico por 22 euros cada uno con tres horas de barra libre. El hombre les pidió el dinero por adelantado aduciendo que tenía que pagar al propietario de la sala. Los chavales recaudaron en tres días 4.730 euros. Al llegar por la noche, la fiesta que habían contratado y pagado no existía...
Es muy sencillo alquilar una discoteca siendo menor. «Por WhatsApp contactamos con el promotor que nos ofrece varios locales que tiene por la ciudad», cuentan los chicos. «Lo más barato son 16 euros por cabeza en una pequeña sala en la que podemos estar desde las 11 de la noche hasta las cinco de la madrugada. Sabe que somos menores porque siempre quedamos con él antes para ver la discoteca y darle una fianza. La única condición que nos pone es que llenemos el aforo».
«Esto siempre ha funcionado así desde la época de nuestros padres», continúan los chavales. «En las discotecas normales no nos dejan pasar. Algo tendremos que hacer», sentencian.
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